Clausides

Hace poco tiempo hubiera podido decirte de mejor manera, que es esto y quien soy; pero ahora ya las cosas son distintas, como de materia invalida, una cuestion de leyes y dados, definida por la subvención de mis idolos que no conozco, ligera brisa maldita de afinidad y dolor. Dios dice para mi algunas cosas, no le escucho, tan lejos estoy de su conciencia; pero resuenan mis organos vivos su aterradora voz. Lo busco y le temo, ya lo he llamado antes: fuego tierno, aire de nube. -Dejame verte a los ojos!, le ruego con mis rodillas, el es Dios y me conoce; aun me recuerda de santa gracia los ojos con mis cejas inauditas, manos de insecto. Dibujo una silla coronada por una lampara, me siento en el pasado que me mató y se lo muestro conmovido, es esto Dios, lo que posee mi criatura de holocausto, sirveme una coartada paralítica, dame mi nuevo oficio, déjame salir volando por esa ventana de eter con los gusanos debajo de mis ojos, los caballitos de mar la caja de musica de Sofia y algo de pan roido. Aqui vivire feliz si nadie nos molesta, en estas tibias laderas de hierbas, reinará Flo como una ninfa poseida, en su casa del arbol de donde nace toda el agua planetaria que, apenas me gotea las mejillas. Perdón por despertarte, me voy seguro de locura como superdotado Rey de Clausides.